Las obras presentadas corresponden a estructuras pictóricas sobre cartón realizadas con una técnica próxima al hiperrealismo, las que suponen una superación del tableu. A partir de la aplicación de los principios de reflexión y simetría, la artista logra abstraer las imágenes que la inspiran, generando una tensión sin solución con la figuración. 

La iconografía elegida corresponde a flores y aves exóticas en una clara alusión al continente americano, región de la que procede la artista. A partir de estos elementos explora un tópico asentado durante los primeros años de la Conquista: la búsqueda del jardín del Edén en el “Nuevo Mundo”. La flora y fauna exuberante y desconocida que los europeos encontraron no podía si no confirmar que estaban cerca de aquella región descrita profusamente por los teólogos medievales.

Apropiándose de dicha temática, el jardín aparece en estas obras no solo como una representación de la naturaleza domesticada y a escala humana, sino que como un espacio en el que se cifran mitologías de distintas vertientes culturales y artísticas, entre ellas, clásicas, cristianas, indígenas, coloniales, etc., que se hibridan y se proyectan sobre el espacio. El jardín presentado por Andrea es un lugar en el que la fantasía cobra realidad, ofreciendo un refugio terrenal y espiritual frente a los avatares de la existencia, de allí el carácter orgánico de la paleta y las formas geométricas que construye, pues a través de estos elementos busca evocar el solaz del paraíso.